Como amar la tecnología sin caer en su tiranía

Hoy quiero hablar de como la computadora se ha liberado del escritorio e incluso del bolsillo para colocarse en nuestra muñeca. Y hacer una reflexión sobre cómo capitalizarla y al mismo tiempo, conservar nuestra identidad.

Con el lanzamiento de Apple Watch, se dio este año un pequeño, pero importante paso hacia la integración cotidiana de la tecnología a nuestra vida. Se trata de una computadora que nos ponemos sobre el cuerpo y con ello nos acercamos un paso más hacía lo que Ray Kurzweil llama “la singularidad”, o sea el momento en el cual se fundirá la biología con la tecnología.

De acuerdo con su teoría, la tecnología pasará rápidamente de ser algo que portamos sobre el cuerpo, a algo que está dentro del cuerpo y finalmente a algo que está inmerso en nuestra neocorteza cerebral. Ahora, no hay que tomar a la ligera las predicciones de Ray Kurzweil. Él ha recibido 20 doctorados honoris causa. Es el científico en jefe de Google y el futurólogo más admirado por Bill Gates.

Él predice que en 15 a 20 años la realidad virtual estará tan perfeccionada que será difícil distinguir entre el mundo físico y el mundo virtual. Pero la predicción que más me llama la atención es que para el año 2045 podremos expandir nuestra inteligencia en forma exponencial.

Específicamente él dice que vamos a poder conectar a la nube cibernética los enjambres neuronales de nuestra neocorteza cerebral para iluminar aun más nuestra conciencia. Esto significa que en 30 años, podremos resolver en nuestra cabeza, complicadas ecuaciones matemáticas, aprender a hablar un nuevo idioma y dominar un instrumento musical sin años de entrenamiento. Simplemente se requerirá conectarse a la nube y empezar a crear.

Aún faltan algunos años… sin embargo, dadas las implicaciones que conlleva la tecnología ponible es importante reflexionar a partir de hoy sobre cómo usarla a nuestro favor y cuidar de no caer en su tiranía.

A diferencia del teléfono inteligente, el Apple Watch es una computadora con una serie de sensores posados sobre la piel. Por ejemplo tiene sensores que miden nuestro pulso cardíaco al igual que sensores que detectan si estamos sentados o en movimiento.

Probablemente la funcionalidad que más me gusta del Apple Watch es algo que es a la vez sencillo y revolucionario. El reloj detecta cuando hemos estado inactivos y cada 60 minutos nos incita a ponernos de pie. Y digo que es revolucionario porque es el ejemplo perfecto de cómo la tecnología ponible lanza una nueva relación entre la biología y la tecnología que puede ayudar a volvernos más conscientes, propositivos y “humanos”.

No cabe duda que el sedentarismo nos está matando. Por eso se me hace genial que el reloj detecta cada vez que estamos sentados por más de una hora y nos manda una pequeña pulsación a la muñeca, mientras aparece en la carátula el mensaje “ya llevas un rato sentado, ponte un minuto de pie”.

Y digo que es genial porque esta pequeña aplicación tiene la capacidad de darle vida a un álter ego que trabaje a nuestro favor.

Adquirir un nuevo hábito es muy difícil porque nuestra mente instintiva está programada a pensar lo menos posible y a repetir rutinas en forma automática. Por eso, el contar con lo que me gusta llamar un mayordomo cibernético, nos puede cambiar la vida. Esta tecnología está tomando nuestro pulso y nos está estimulando con el mensaje correcto en el momento preciso para activarnos y cuidar nuestra salud. Este estímulo repetido a lo largo de los días, las semanas, los meses y los años puede desembocar en un nuevo hábito que enaltecerá nuestra inteligencia, salud y felicidad.

Imagínate que aunado al mensaje de “ponte de pie” viene una frase inspiracional cada vez que te levantas. Como por ejemplo: ya que estás de pie, sonríe, agradece y con una gran exhalación deja ir la tensión. ¡Delicioso!

Pero también es necesario aprender a conservar nuestra identidad. Hay que saber apagar la tecnología. Apagar el teléfono. Cerrar el e-mail y tener tiempo para nosotros. Tiempo para hacer trabajo que cuenta. Tiempo para leer, meditar y dedicarle tiempo de calidad a nuestros seres queridos.

Salvo que tu trabajo sea estar contestando el teléfono, lo puedes apagar y te aseguro que cualquier cosa que requiera de tu atención estará ahí esperándote cuando lo vuelva a prender.

En conclusión. Ya inició la integración de la biología y la tecnología. Hay que aprender a capitalizarla para aumentar nuestra inteligencia, salud y felicidad. Y saber cuándo prenderla y cuándo apagarla para conservar nuestra identidad.

Escucha aquí el mensaje transmitido el radio red el 14 de octubre 2015.